A veces nos encontramos, desde los grupos de tango iniciación, con personas que han tomado clases en cursos de Bailes de Salón. Todos conocemos como son esas clases. A lo largo del año se ven diferentes bailes, sino todos. Y el tango tiene la misma proporción de tiempo que el resto de los ritmos.
Lo que sucede es que, por ejemplo, si se aborda un ritmo como el fox-trot, o el vals vienés, después del paso básico y una o dos variantes, te encuentras bailando, y realmente, no necesitas mucho más para dar la vuelta a la pista. O al menos, tienen la sensación de estar bailando y los profesores no tienen la necesidad urgente de proporcionarles más información.
El tango tendrá sus 15 días de gloria entre los contenidos que se vean en ese trimestre. Con todas las dificultades que puede tener el tango en su estructura y la dedicación que es necesaria para que los contenidos no se nos vuelen de la cabeza al instante, las pocas horas que un profesor de Baile de Salón le dedica al tango, tiene que, apresuradamente, ajustarse a un esquema que no le traiga demasiadas complicaciones y que sea rápidamente digerible por parte de los alumnos (un básico y unas figuras).
Así empieza un mal e incompleto contacto con el tango.
Hay ritmos que con el escaso tiempo que se le puede dedicar en una clase de baile de salón es suficiente o le sobra. El tango es un baile que no está subido en un pedestal mirando a sus súbditos, pero necesita de una dedicación, una atención monográfica durante un tiempo medianamente prolongado (mínimo tres meses, 1 hora y cuarto semanales), para aprender su estructura, sus movimientos básicos, y sobre todo, como moverse en un entorno cambiante.
En el fox–trot, todos se mueven alrededor de la pista al mismo tiempo, pero si nos fijamos bien, no pasan del paso básico o de alguna vuelta más. Así, durante los tres o cuatro minutos que dura la canción. En el tango sabemos que si hacemos constantemente el paso básico alrededor de la pista, todo el tiempo, carece de incentivo para los alumnos.
En otros bailes se pueden conformar con los primeros pasitos y repetirlos contantemente. En el tango, el bailarín quiere adornarlo con la mayor cantidad de recursos posibles, y en este punto, es necesario resaltar la implicancia de la imaginación. Aparte de captar la técnica, el alumno debe entender su esencia, su característica más atractiva: la improvisación.
Todo esto, no se puede adquirir en un corto período de tiempo.